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Un cacho de cultura para salvar al Astillero

Apenas unas 9 millones de personas del total de la población económicamente activa sostienen con su trabajo y aportes a la población total del país. La ecuación, claro está, resulta insustentable.

Apenas unas 9 millones de personas del total de la población económicamente activa sostienen con su trabajo y aportes a la población total del país. La ecuación, claro está, resulta insustentable.

Volvemos aquí a lo que hemos dicho tantas veces. Falta una rueda virtuosa de productividad, genuina generadora de empleo y de los dólares que hoy se fugan.

Pero en el país en el que está todo por hacerse, el Presidente, para congraciar a los señores del FMI, busca bajar el déficit recortando la inversión en obra pública. Él lo llama gasto, nosotros preferimos hablar de futuro: obra pública son caminos, escuelas, hospitales, viviendas sociales. Es también el Astillero Río Santiago que, desde Ensenada, supo proyectarse al mundo, transportando riquezas en sus barcos y lanchas, pero hoy está amenazado, desfinanciado y con sus trabajos paralizados, tal como denunciaron ayer los 3 mil operarios que hicieron 10 kilómetros a pie para llevar sus reclamos a la Gobernación bonaerense.

Bajar el déficit privando al país de los millones que deberían invertirse en obras sin ataca la bicicleta financiera es poco menos que torpe.

Como decía el dibujante Caloi a través de su personaje Clemente, no vendría nada mal que quienes nos gobiernan tuvieran un cacho de cultura.